lunes, 13 de marzo de 2017

Actividad 2 - Adaptación de un texto folclórico - 2

El soldadito de plomo


Hans Christian Andersen (1805 - 1875)

Érase una vez veinticinco soldaditos de plomo, todos hermanos, ya que los habían fundido de la misma vieja cuchara. Armas al hombro y la mirada al frente, con sus bonitos abrigos rojos y sus pantalones azules. Lo primero que oyeron en este mundo, cuando se levantó la tapa de la caja en que venían, fue el grito:

- ¡Soldaditos de plomo!, que había dado un niño pequeño batiendo palmas, pues se los habían regalado por su cumpleaños. Enseguida los puso de pie sobre la mesa.
Cada soldadito era un vivo retrato de los otros; sólo uno era un poco diferente a los demás. Tenía una sola pierna, porque había sido el último en ser fundido y no quedó plomo suficiente para terminarlo. Aun así, se mantenía tan firme sobre su única pierna como los otros sobre las dos. Y es de este soldadito precisamente de quien trata esta historia.

En la mesa donde el niño jugaba, había un magnífico castillo de papel. En ese castillo se podía ver a una chica que estaba de pie cerca de la puerta.  Estaba hecha de papel recortado, pero llevaba un vestido, y una cinta azul con una lentejuela sobre los hombros y extendía los brazos en alto como bailarina que era.  Levantaba tanto una de sus piernas que el soldadito de plomo no podía vérsela y creyó que sólo tenía una, como él.
Como me gusta esta chica -pensó-. ¡Pero es muy guapa y vive en un castillo! Yo, en cambio, sólo tengo una caja de cartón donde somos veinticinco. ¡No es lugar para ella! A pesar de todo voy a intentar conocerla».
Cuando se hizo de noche, a los otros soldaditos de plomo los recogieron en su caja y los habitantes de la casa se fueron a la cama.

En ese momento, los juguetes comenzaron sus juegos -haciendo visitas, luchando entre ellos, bailando-. Los soldaditos de plomo armaban ruido en la caja porque querían salir, pero no podían levantar la tapa. El cascanueces daba saltos mortales, y el pizarrín se divertía pintarrajeando en la pizarra. Tanto ruido se hizo, que el canario se despertó y comenzó a cantar. Los únicos que no se movieron siquiera fueron el soldadito de plomo y la pequeña bailarina. Ella se mantenía erguida de puntillas y con los brazos en alto; él seguía igualmente firme sobre su única pierna, y sin apartar un solo instante de ella sus ojos.

Un duende negro le gritó:
- ¡Soldadito de plomo! -gritó el duende-. ¿Quieres dejar de mirar lo que no te importa?
Pero el soldadito de plomo se hizo el sordo.
- ¡Está bien, ya verás mañana! -dijo el duende.
Al día siguiente, cuando los niños se levantaron, alguien había puesto al soldadito de plomo en la ventana; y bien fuese el duende, bien una corriente de aire, el caso es que la ventana se abrió de golpe y el soldadito se precipitó de cabeza desde el tercer piso.
La criada y el niño bajaron apresuradamente a buscarlo; pero, aunque estuvieron a punto de pisarlo, no lo pudieron encontrar. Y al soldadito de plomo no le parecía bien dar gritos yendo de uniforme.

Como llovía muy fuerte, la calle se había transformado en un aguacero torrencial. Cuando paró de llover, dos muchachos que iban por la calle vieron el soldadito.
- ¡Mira -dijo uno-, un soldadito de plomo! Vamos a darle un paseo en barca.
E hicieron un barco con un periódico, pusieron en él al soldadito de plomo, que se fue navegando arroyo abajo, mientras los dos muchachos corrían a su lado dando palmadas. El barquito de papel saltaba arriba y abajo y, a veces, giraba con tanta rapidez que el soldadito de plomo sentía vértigos. Pero se mantenía firme, sin inmutarse, vista al frente y el fusil al hombro.
De pronto, una boca de alcantarilla, tan oscura como su propia caja de cartón, se tragó al barquichuelo.

«Adónde iré a parar» -pensó-. Apostaría a que el duende es el culpable. ¡Si al menos la pequeña bailarina estuviera conmigo en el barco, no me importaría que fuese aún más oscuro!
De repente apareció una enorme rata de agua que vivía en la alcantarilla, que le preguntó:
- ¿Tienes el pasaporte? -preguntó la rata-. ¡A ver, el pasaporte!

Pero el soldadito de plomo se limitaba a sujetarse en su barco que deslizaba muy rápido por el agua, seguido de cerca por la rata, que se quedaba para atrás.  La corriente fuerte le llevó a un canal muy ancho. El barquito de papel estaba ya empapado y empezaba a hundirse y a deshacerse, cuando vino un pez y se lo tragó. ¡Y el soldadito solo pensaba en su bailarina!
Estaba todo muy oscuro y todo era muy estrecho dentro del pez. De repente el pez empezó a agitarse mucho hasta que de detuvo. Una luz brilló y alguien gritó:
 ¡Un soldadito de plomo!

El pez había sido pescado, llevado al mercado y vendido, y se encontraba ahora en la cocina, donde la sirvienta lo había para limpiarlo. Sacaron al soldadito y lo pusieron de pie sobre la mesa y era el mismo salón donde había estado antes. Eran los mismos niños, los mismos juguetes sobre la mesa y el mismo precioso castillo con la encantadora y pequeña bailarina, que se mantenía todavía sobre una sola pierna y la otra en el aire.

Esto emocionó tanto al soldadito, que casi llora lágrimas de plomo, pero no lo hizo. Lo que sí hizo fue mirarla y ella le miró también, aunque no se hablaron.
De repente, uno de los niños cogió al soldadito de plomo y lo arrojó a la chimenea por culpa del duende. El soldadito de plomo se puso muy caliente, y perdió todos sus colores. Miró a la bailarina, y ella lo miró, y el soldadito sintió mucho sueño porque hacía mucho calor.


Entonces se abrió una puerta y la corriente de aire se llevó a la bailarina, que voló como una pluma para caer en la chimenea junto al soldadito de plomo; como estaba hecha de papel, se quemó en seguida. En la mañana siguiente cuando se removieron las cenizas, se encontró un pequeño corazón de plomo. Estaba también una lentejuela que ya no brillaba.

* * *



Justificación -

El soldadito de plomo o El intrépido soldadito de plomo (Den standhaftige Tinsoldat) es un cuento de hadas del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen, famoso por sus cuentos para niños. Fue publicado por primera vez el 2 de octubre de 1838. Por lo que se narra en un marco histórico y espacial muy distinto al de nuestros niños.

 Un soldadito de plomo era un regalo ideal hace más de 100 años, pero su confección con plomo fue la responsable de su caída en desuso como juguete infantil - la toxicidad del plomo y la pintura con la que estaban revestidas no eran las adecuadas para manos infantiles.
El niño que oye esta historia, va imaginando como se pasan las escenas, como actúan los personajes, cómo se visten, como se mueven. Precisamente por ser algo que a ellos no les llama especialmente la atención, hay que contextualizar la historia como siendo el resultado de la forma de pensar y de actuar de una nación en una época determinada. Y se les atrae con algo de trama.

Este cuento tiene una historia, que curiosamente no tiene un final feliz. No le he cambiado el final, aunque lo he suavizado. He quitado la parte en que el soldadito se derrite porque me ha parecido muy dura, y le he dado "sueño" para que se vaya durmiendo.  He alterado un par de afirmaciones que no me parecían que fueran los mensajes ideales a transmitir a educación infantil, como afirmar que esa “damita seria su esposa”, y lo he cambiado para “como me gusta esa chica”, haciendo el lenguaje un poco más accesible.
Le he quitado importancia al “duende negro”, ya que a los niños todo este tipo de personajes les causa bastante recelo. De igual forma le he quitado relevancia a la constante exposición oral de las características militares del soldado – como la bayoneta siempre lista para algún posible ataque. No opino que añade riqueza a la historia y aunque haga parte de las características del personaje, no lo omito, simplemente no le doy tanto protagonismo.

He resumido a pocas líneas la interacción de la rata en la alcantarilla, porque es un bicho que de una forma general causa asco a los niños, y representaba un rol que incrementan el recelo a los niños a los espacios cerrados, o a los roedores, por ejemplo.
He suprimido la parte en que se hunde en el agua del canal porque era bastante dramática, llena de detalles que les hubiera permitido a los niños vivenciar e terror del personaje – he suavizado este trozo, aunque no he trasformado el suceso.
El final sigue siendo triste. Lo he intentado matizar, pero el soldadito sigue transformándose en un corazón de plomo solitario, y de la bailarina solo queda una lentejuela oscura, negra como el carbón. Los niños sacarán conclusiones ellos mismos – que el soldadito se ha transformado en algo bonito cuando en vida portaba una minusvalía, y que la dama era bella y sus lentejuelas brillaban en vida y ahora son oscuras. Si a los niños este cuento les puede hacer pensar que a pesar de las circunstancias y adversidades (el soldadito tiene una sola pierna, termina en una alcantarilla, se lo traga un pez, etc.), uno puede ser capaz de conseguir lo que se proponga si pone el suficiente esfuerzo y empeño, lo dudo bastante, ya que al final no logra su objetivo. Pero, por lo menos hará con que los niños se cuestionen sobre momentos del cuento, tornando operativos sus próprios sistemas de valores. 

http://www.enplenitud.com/conoce-usted-el-origen-de-los-soldaditos-de-plomo.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario