viernes, 17 de marzo de 2017

Adaptación y justificación de tres textos folclóricos

El sastrecillo valiente (Siete de un golpe)




Érase una vez un sastrecillo muy humilde que se ganaba la vida costurando. Siempre trabajaba cerca de la ventana y el sol le ponía de buen humor. Tenía una debilidad – pan con mermelada. Justamente se había preparado un par de rebanadas de pan para su merienda, pero, como era muy disciplinado, se propuso terminar el trabajo que tenía entre manos.
Pero el pan olía muy bien, y atraía a muchos insectos. En menos de nada, tenía una invasión de moscas, que creían que se podían compartir del manjar.



- ¡Eh, ¿quién las invitó a ustedes!  -dijo el sastrecillo, tratando de espantar a tan indeseables huéspedes. Pero las moscas, que no entendían su idioma, lejos de hacerle caso, volvían a la carga en bandadas cada vez más numerosas. Por fin el sastrecillo perdió la paciencia, sacó un pedazo de paño del hueco que había bajo su mesa, y exclamando: "¡Esperen, que yo mismo voy a servirles!," y lanzó el paño sobre ellas, unas cuantas veces. Al final, se ve que había matado a veinte.
"¡De lo que soy capaz!," se dijo, admirado de su propia audacia. "La ciudad entera tendrá que enterarse de esto" y, de prisa y corriendo, el sastrecillo se cortó un cinturón a su medida, lo cosió y luego le bordó en grandes letras el siguiente letrero: SIETE DE UN GOLPE.



Pero estaba tan orgulloso de lo que había hecho, que decidió que no solo la ciudad, pero todo el mundo se tendría que enterar. Entonces, se tenía que preparar para el viaje y como no tenía nada más, se guardó un viejo queso en su bolsillo. Al abrir la puerta de la calle, vio un pájaro que estaba atrapado, y también se lo llevó en el bolsillo.
Empezó caminando montaña arriba, y vio un gigante sentado por ahí. Y le invitó a que fuera con él, a ver el mundo. Pero el gigante no estaba por la labor:
- ¡Quítate de mí vista, monigote, miserable criatura!
- ¿Ah, ¿sí?  -contestó el sastrecillo, y, desabrochándose la chaqueta, le enseñó el cinturón-bordado - ¡Aquí puedes leer qué clase de hombre soy!
El gigante leyó: SIETE DE UN GOLPE, y pensando que se tratara de hombres derribados por el sastre, empezó a tenerle un poco de respeto. Así mismo, decidió ponerlo a prueba con un par de retos. Agarró una piedra y la exprimió hasta sacarle unas gotas de agua.
- ¡A ver si lo haces -dijo-, ya que eres tan fuerte!
- ¿Nada más que eso? -contestó el sastrecillo-. ¡Es un juego de niños! Y metiendo la mano en el bolsillo sacó el queso, que parecía una piedra y lo apretó hasta sacarle todo el jugo.
- ¿Qué me dices? Un poquito mejor, ¿no te parece?



El gigante no supo qué contestar, y apenas podía creer que hiciera tal cosa aquel hombrecito. Tomando entonces otra piedra, la arrojó tan alto que la vista apenas podía seguirla.
-Anda, hombrecillo, a ver si haces algo parecido.
-Un buen tiro -dijo el sastre-, aunque la piedra volvió a caer a tierra. Ahora verás -y sacando al pájaro del bolsillo, lo arrojó al aire, sin que el gigante pudiera mirarlo con atención. El pájaro, encantado con su libertad, voló rápido y se perdió de vista.
- ¿Qué te pareció este tiro, amigo? -preguntó el sastrecillo.
-Tirar, sabes -admitió el gigante-. Ahora veremos si puedes soportar alguna carga digna de este nombre-y llevando al sastrecillo hasta un inmenso roble que estaba derribado en el suelo, le dijo-: Ya que te las das de forzudo, ayúdame a sacar este árbol del bosque.
-Con gusto -respondió el sastrecillo-. Tú cárgate el tronco al hombro y yo me encargaré del ramaje, que es lo más pesado.
En cuanto estuvo el tronco en su puesto, el sastrecillo se sentó sobre una rama, de modo que el gigante, que no podía mirar hacia tras, tuvo de cargar también con él, para allá del árbol. Hasta que no pudo más y lo soltó.
- ¡Cuidado, que tengo que soltar el árbol! El sastre saltó ágilmente al suelo, sujetó el roble con los dos brazos, como si lo hubiese sostenido así todo el tiempo, y dijo:
- ¡Un grandullón como tú y ni siquiera eres capaz de cargar un árbol!
Siguieron andando y, al pasar junto a un cerezo, el gigante, echando mano a la copa, se la bajó para que el sastre pudiera coger las frutas, pero el sastre no pudo con las ramas y casi voló.
- ¿Qué es eso? ¿No tienes fuerza para sujetar esta ramita?
-No es que me haya faltado la fuerza -respondió el sastrecillo-  Es que salté por encima del árbol, porque hay unos cazadores allá abajo disparando contra los matorrales. Y le contesta -
¡Haz tú lo mismo, si puedes!
El gigante lo intentó, pero se quedó colgando entre las ramas; de modo que también esta vez el sastrecillo se llevó la victoria. Dijo entonces el gigante:
-Ya que eres tan valiente, ven conmigo a nuestra casa y pasa la noche con nosotros. El sastrecillo aceptó la invitación y lo siguió. Cuando llegaron a la caverna, todos los gigantes estaban sentados junto al fuego, comiendo cordero asado.
El gigante le enseñó una cama y lo invitó a acostarse y dormir, pero la cama era muy grande y él se acurrucó en un rincón. Por la noche el gigante creía que el sastrecillo estaba dormido, y se levantó y, con un palo grande, le dio a la cama. Se fue a la cama tan contento.  Por la mañana ni se acordaba del sastre, hasta que empezó cantando de tan alegre que estaba. Los gigantes, que creían que el sastrecillo se había muerto, salieron corriendo, cada uno por su lado.
El sastrecillo prosiguió su camino. Tras mucho caminar, llegó al jardín de un palacio real, y como se sentía muy cansado, se echó a dormir sobre la hierba. Mientras estaba así durmiendo, se le acercaron varias personas, leyeron la inscripción: SIETE DE UN GOLPE.
- ¡Ah! -exclamaron-. ¿Qué hace aquí tan terrible hombre de guerra, ahora que estamos en paz? - ¡Será algún poderoso caballero!, pensaron y corrieron a avisar el rey, que quiso conocerle. El sastrecillo estaba encantado por ir a conocer al rey, pero los caballeros del rey temían que fuerte como era, les derrotara a todos ellos, y amenazaron con irse del palacio. El rey, que no quería perderlos, pero tampoco se atrevía a rechazar al sastrecillo, engendró una solución.  

Le encargó al sastre hacer que desaparecerán de su bosque dos gigantes que siempre estaban causando problemas y que asustaban a la gente. Si lograra hacerlo, recibiría una bolsa llena de oro, la mitad de su reino y sería nombrado caballero. Además, le dejaría 100 soldados para lo que necesitara.
"¡No está mal para un hombre como tú!" se dijo el sastrecillo. "Que a uno le ofrezcan una bolsa de oro, la mitad de un reino y ser nombrado caballero, no es cosa que no sucede todos los días." Así que contestó:
-Claro que acepto. Acabaré muy pronto con los dos gigantes. Y no me hacen falta los cien soldados. El que derriba a siete de un golpe no tiene por qué asustarse con dos.
Así, pues, el sastrecillo se puso en camino, seguido por los 100 soldados. Cuando llegó a las afueras del bosque, les dijo:
-Esperen aquí. Yo solo acabaré con los gigantes. Y de un salto entró en el bosque, donde empezó a buscar por todo el lado, hasta que descubrió a los dos gigantes, que estaban dormidos. El sastrecillo, escogió dos grandes piedras que guardó en los bolsillos y trepó al árbol donde haciendo puntería, las lanzó.  Los gigantes, al recibir cada uno un fuerte golpe con la piedra, despertaron echándose entre ellos las culpas de los golpes. Al final, los dos se arrancarán un árbol cada y se dieron uno al otro hasta que se quedaron los dos mal heridos.
Entonces bajó del árbol el sastrecillo, pensando;
"¡Que suerte que no arrancaron el árbol en que yo estaba,"!
Enseguida se presentó donde estaban los soldados y les dijo:
-Se acabaron los gigantes, aunque ha sido duro. Se pusieron a arrancar árboles para defenderse.
- ¿Y no estás herido? -preguntaron los soldados.
-No piensen tal cosa -dijo el sastrecillo-. Ni siquiera, despeinado.
Los soldados no podían creerlo. Entraran con él en el bosque y allí encontraron a los dos gigantes malheridos y, a su alrededor, los árboles arrancados por la raíz.
El sastrecillo se presentó al rey para pedirle la recompensa ofrecida; pero el rey se hizo el remolón y queriendo echarse atrás, maquinó otra manera de deshacerse del héroe.
-Antes de que recibas la bolsa de monedas de oro, la mitad de mi reino, y que te haga caballero, -le dijo-, tendrás que enfrentarte a otro reto. -Por el bosque corre un unicornio que hace grandes destrozos, y debes capturarlo primero.
El sastrecillo, contento, pensó que eso era aún más fácil que derribar a dos gigantes. Fue solo al bosque y lo encontró. El unicornio no estaba contento y quería usar su cuerno en el sastre.
Engañando al unicornio, hizo que atrapara su cuerno en el tronco y que quedara prisionero – le cortó el cuerno y se lo llevó al rey como prueba.
Pero el rey le exigió un tercer reto. Antes de que la mitad de su reino fuera suya, el sastrecillo tendría que cazar un feroz jabalí que rondaba por el bosque aterrorizando a todos. Y para ello, le dejaba sus mejores cazadores.
- ¡No faltaba más! -dijo el sastrecillo-. ¡Si es un juego de niños!
Dejó a los cazadores a la entrada del bosque, que se quedaron aliviados porque le temían al jabalí. El sastrecillo logró atrapar el animal en una capilla y llamó a los cazadores, para que fueran testigos de su valentía.
Al final, al rey no le ha quedado más que cumplir su promesa y le regaló una bolsa llena de monedas de oro, la mitad del reino, y le hizo caballero.
 Se celebraron fiestas con gran esplendor y alegría, y el sastrecillo valiente se transformó en un magnífico caballero.

Moraleja del cuento – Aunque no seas muy valiente o muy fuerte, lo importante es la inteligencia que tengas para aparentar que sí que lo eres.

* * *
 JUSTIFICACIÓN.
La adaptación que he llevado a cabo del cuento folclórico de “El sastrecillo valiente (Siete de un golpe)”, de los hermanos Grimm (Wilhelm Grimm escribió “El sastrecillo valiente” alrededor del año de 1812), ha abarcado distintos niveles.
 Antes demás, es una de esas historias en las que se ensalza la astucia y la inteligencia por encima de todo. La astucia y la inteligencia por parte del protagonista y la inocencia por parte de los otros personajes del cuento. A los niños, les podrá sugerir la idea que las adversidades de la vida se podrán enfrentar con inteligencia, ingenio, y no necesariamente por la fuerza. En ese sentido, admirarán al protagonista, por identificación con algunas características del mismo, o realmente por querer ser como él – un héroe.
He intentado ajustar el cuento para un público de 5/6 años, por lo que la idea de violencia gratuita, asesinar algún gigante por encargo o matar de una forma cruel a un unicornio no solo es traumático para un niño, es desnecesario – por ejemplo “… le cortó el cuerno de un hachazo y se lo llevó al rey…”. Así siendo, he cambiado un poco el vocabulario para que los hechos ocurrieran, pero dentro de un marco más suave. Eso ocurre en el encuentro con el unicornio, con el jabalí y con los dos gigantes. De tener en cuenta que es un periodo de la vida de los niños que la fantasía es algo importante, y vivido. Les encanta los superhéroes, el mundo imaginario que les permite “huir” de sus existencias y momentáneamente imaginar que…
En este sentido, y pensando en utilizar este texto de los hermanos Grimm, he intentado adecuar la historia, sin cambiar el esencial. Como comentado, he cambiado el vocabulario usado que me ha parecido más agresivo para este público.
De igual forma, he resumido algunas partes del texto, que realmente no influenciaban el enredo, y hacían con que fuera más pesada y los niños se iban a perder en tanto detalle – ejemplo, hay toda una acción nada más empezar el cuento, solo para contextualizar la mermelada que le gustaba al sastrecillo. La mermelada solo es importante porque al sastrecillo le gustaba y como dulce que era, atraía a las moscas, desencadenando en el acto seguido del “acto heroico” del sastre, terminando con las mismas, que realmente es el inicio de la trama.
He alterado algunos detalles relativos a las recompensas que el rey promete al héroe – no me parece adecuado, hoy en día, transmitir a los niños la idea que alguien puede “ofrecer la mano de su hija en matrimonio” – es retrógrado, equivocado, y perpetúa la idea de mujer como un objeto de que se puede disponer como moneda de cambio. He cambiado entonces la mano de su hija, por una bolsa de monedas de oro y el sastrecillo termina ascendido a caballero de la corte. He omitido la parte del diálogo de los gigantes, ya que realmente no añadía más que agresividad al texto.
El niño puede seguir vivenciando las emociones derivadas de las aventuras del sastrecillo, a la vez que es expuesto a la doble moral de lo que está bien o mal, en sus actuaciones. Un niño de 5 o 6 años ya es crítico de determinado sistema de valores que no coincida con el suyo – sabe lo que para él está bien o mal. Pero, como el sastrecillo al final ni es mala persona, como que se le perdona el engaño a lo largo del cuento. No obstante, el protagonista despertaba sentimientos perfectamente identificables en los otros (soldados de la corte, gigantes) por su arrogancia en cada una de sus hazañas.
El aprecio por uno mismo, independientemente de las características individuales de cada uno, es algo muy expuesto en este texto, en que el héroe, mediante su astucia, retroalimenta su auto concepto y autoestima. A nivel emocional y de normas valorativas, es un texto rico en emociones, en contraste de valores, jugando con las ideas preconcebidas que los gigantes ganan siempre porque son fuertes, por ejemplo.
Curiosamente, el cuento empieza contando que el sastrecillo vivía en la casa con sus hijos, y no se vuelve a mencionar los hijos, por lo que he omitido esta información en el texto adaptado.
El final es correcto, el rey le da el premio prometido y se habrá creado un ambiente divertido por la picardía del héroe, pero a la vez crítico con sus valores, porque realmente el niño entiende que todo ha empezado por una mentirilla. De la experiencia que tengo, podría ser más o menos lo adecuado para contar a un niño, dependiendo del cómo se lo contáramos y del cómo se trabajaría en seguida -   pero el niño seguramente no se olvidaría de él, y se lo contaría a sus familiares.

WEBGRAFÍA.

RECURSOS EDUCATIVOS INFANTILES recuperado en el día 16/03/2017
Conceptos Básicos de la Literatura Infantil - recuperado en el día 16/03/2017
Literatura para niños: una forma natural de aprender a leer recuperado en el día 16/03/2017

La importancia del desarrollo emocional y afectivo de los niños recuperado en el día 16/03/2017





 El soldadito de plomo


Hans Christian Andersen (1805 - 1875)
Érase una vez veinticinco soldaditos de plomo, todos hermanos, ya que los habían fundido de la misma vieja cuchara. Armas al hombro y la mirada al frente, con sus bonitos abrigos rojos y sus pantalones azules. Lo primero que oyeron en este mundo, cuando se levantó la tapa de la caja en que venían, fue el grito:
- ¡Soldaditos de plomo!, que había dado un niño pequeño batiendo palmas, pues se los habían regalado por su cumpleaños. Enseguida los puso de pie sobre la mesa.
Cada soldadito era un vivo retrato de los otros; sólo uno era un poco diferente a los demás. Tenía una sola pierna, porque había sido el último en ser fundido y no quedó plomo suficiente para terminarlo. Aun así, se mantenía tan firme sobre su única pierna como los otros sobre las dos. Y es de este soldadito precisamente de quien trata esta historia.

En la mesa donde el niño jugaba, había un magnífico castillo de papel. En ese castillo se podía ver a una chica que estaba de pie cerca de la puerta.  Estaba hecha de papel recortado, pero llevaba un vestido, y una cinta azul con una lentejuela sobre los hombros y extendía los brazos en alto como bailarina que era.  Levantaba tanto una de sus piernas que el soldadito de plomo no podía vérsela y creyó que sólo tenía una, como él.
- Como me gusta esta chica -pensó-. ¡Pero es muy guapa y vive en un castillo! Yo, en cambio, sólo tengo una caja de cartón donde somos veinticinco. ¡No es lugar para ella! A pesar de todo voy a intentar conocerla».

Cuando se hizo de noche, a los otros soldaditos de plomo los recogieron en su caja y los habitantes de la casa se fueron a la cama.
En ese momento, los juguetes comenzaron sus juegos -haciendo visitas, luchando entre ellos, bailando-. Los soldaditos de plomo armaban ruido en la caja porque querían salir, pero no podían levantar la tapa. El cascanueces daba saltos mortales, y el pizarrín se divertía pintarrajeando en la pizarra. Tanto ruido se hizo, que el canario se despertó y comenzó a cantar. Los únicos que no se movieron siquiera fueron el soldadito de plomo y la pequeña bailarina. Ella se mantenía erguida de puntillas y con los brazos en alto; él seguía igualmente firme sobre su única pierna, y sin apartar un solo instante de ella sus ojos.
Un duende negro le gritó:
- ¡Soldadito de plomo! -gritó el duende-. ¿Quieres dejar de mirar lo que no te importa?
Pero el soldadito de plomo se hizo el sordo.
- ¡Está bien, ya verás mañana! -dijo el duende.
Al día siguiente, cuando los niños se levantaron, alguien había puesto al soldadito de plomo en la ventana; y bien fuese el duende, bien una corriente de aire, el caso es que la ventana se abrió de golpe y el soldadito se precipitó de cabeza desde el tercer piso.
La criada y el niño bajaron apresuradamente a buscarlo; pero, aunque estuvieron a punto de pisarlo, no lo pudieron encontrar. Y al soldadito de plomo no le parecía bien dar gritos yendo de uniforme.
Como llovía muy fuerte, la calle se había transformado en un aguacero torrencial. Cuando paró de llover, dos muchachos que iban por la calle vieron el soldadito.
- ¡Mira -dijo uno-, un soldadito de plomo! Vamos a darle un paseo en barca.

E hicieron un barco con un periódico, pusieron en él al soldadito de plomo, que se fue navegando arroyo abajo, mientras los dos muchachos corrían a su lado dando palmadas. El barquito de papel saltaba arriba y abajo y, a veces, giraba con tanta rapidez que el soldadito de plomo sentía vértigos. Pero se mantenía firme, sin inmutarse, vista al frente y el fusil al hombro.

De pronto, una boca de alcantarilla, tan oscura como su propia caja de cartón, se tragó al barquichuelo.
«Adónde iré a parar» -pensó-. Apostaría a que el duende es el culpable. ¡Si al menos la pequeña bailarina estuviera conmigo en el barco, no me importaría que fuese aún más oscuro!
De repente apareció una enorme rata de agua que vivía en la alcantarilla, que le preguntó:
- ¿Tienes el pasaporte? -preguntó la rata-. ¡A ver, el pasaporte!
Pero el soldadito de plomo no contestó, y apretó su fusil con más fuerza que nunca. El barco se deslizaba vertiginosamente, seguido de cerca por la rata, que se quedaba para atrás.  La corriente fuerte le llevó a un canal muy ancho. El barquito de papel estaba ya empapado y empezaba a hundirse y a deshacerse, cuando vino un pez y se lo tragó. ¡Y el soldadito solo pensaba en su bailarina!

Estaba todo muy oscuro y todo era muy estrecho dentro del pez. Pero el soldadito de plomo se mantuvo firme, siempre con su fusil al hombro. De repente el pez empezó a agitarse mucho hasta que de detuvo. Una luz brilló y alguien gritó:
 ¡Un soldadito de plomo!
El pez había sido pescado, llevado al mercado y vendido, y se encontraba ahora en la cocina, donde la sirvienta lo había para limpiarlo. Sacaron al soldadito y lo pusieron de pie sobre la mesa y era el mismo salón donde había estado antes. Eran los mismos niños, los mismos juguetes sobre la mesa y el mismo precioso castillo con la encantadora y pequeña bailarina, que se mantenía todavía sobre una sola pierna y la otra en el aire.
Esto emocionó tanto al soldadito, que casi llora lágrimas de plomo, pero no lo hizo. Lo que sí hizo fue mirarla y ella le miró también, aunque no se hablaron.
De repente, uno de los niños cogió al soldadito de plomo y lo arrojó a la chimenea por culpa del duende. El soldadito de plomo se puso muy caliente, y perdió todos sus colores. Miró a la bailarina, y ella lo miró, y el soldadito sintió que se fundía, pero continuó firme con su fusil al hombro.

Entonces se abrió una puerta y la corriente de aire se llevó a la bailarina, que voló como una pluma para caer en la chimenea junto al soldadito de plomo; como estaba hecha de papel, se quemó en seguida. En la mañana siguiente cuando se removieron las cenizas, se encontró un pequeño corazón de plomo. Estaba también una lentejuela que ya no brillaba.




Moraleja de la historia – no he encontrado una versión que me hubiera gustado, por lo que me he propuesto encontrar una yo misma.
“Si tú mismo no te crees merecedor de algo, todos los demás van a creer igual que tú.”

* * *

Justificación –

El soldadito de plomo o El intrépido soldadito de plomo (Den standhaftige Tinsoldat) es un cuento de hadas del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen, famoso por sus cuentos para niños. Fue publicado por primera vez el 2 de octubre de 1838. Por lo que se narra en un marco histórico y espacial muy distinto al de nuestros niños. Por esta razón me parece que la edad propia para este texto, aunque adaptado, sería los 5/ 6 años o hasta más tarde. No creo que un niño anterior a esta etapa entienda el concepto del amor del soldadito hacia su dama, y como jugaba su minusvalía en su actitud pasiva hacia la misma. Puede entender que hay niños con necesidades especiales que tienen más o menos dificultades, y que les puede ser más o menos difícil hacer amistades, pero concebir el concepto de amor, lo veo difícil.
 Un soldadito de plomo era un regalo ideal hace más de 100 años, pero su confección con plomo fue la responsable de su caída en desuso como juguete infantil - la toxicidad del plomo y la pintura con la que estaban revestidas no eran las adecuadas para manos infantiles. Este cuento no es alegre – parece ser tónica común aceptar que los cuentos de Andersen no son historias alegres. Tendrá como razón el hecho que Dinamarca, tierra de origen de Anderson, vivía en ese momento condiciones sociales y económicas difíciles. En el siglo XVII Dinamarca era un país secundario, la sociedad danesa no gozaba del estatus actual de estado de bien estar social, y eso es reflejado por Anderson en sus textos.
El niño que oye esta historia, va imaginando como se pasan las escenas, como actúan los personajes, como se visten, como se mueven. Precisamente por ser algo que a ellos no les llama especialmente la atención, hay que contextualizar la historia como siendo el resultado de la forma de pensar y de actuar de una nación en una época determinada. Y se les atrae con algo de trama.
Este cuento no tiene un final feliz. No le he cambiado el final, aunque lo he intentado suavizado. He alterado un par de afirmaciones que no me parecían que fueran los mensajes ideales a trasmitir a educación infantil, como afirmar que esa “damita seria su esposa”, y lo he cambiado para “como me gusta esa chica”, haciendo el lenguaje un poco más accesible.
Le he quitado importancia al “duende negro”, ya que a los niños todo este tipo de personajes les causa bastante recelo. De igual forma le he quitado relevancia a la constante exposición oral de las características militares del soldado – como la bayoneta siempre lista para algún posible ataque. No opino que añada riqueza a la historia y aunque haga parte de las características del personaje, no lo omito, simplemente no le doy tanto protagonismo.
He resumido a pocas líneas la interacción de la rata en la alcantarilla, porque es un bicho que de una forma general causa asco a los niños, y representaba un rol que incrementan el recelo a los niños a los espacios cerrados, o a los roedores, por ejemplo.
He recortado la parte en que se hunde en el agua del canal porque era bastante dramática, llena de detalles que les hubiera permitido a los niños vivenciar e terror del personaje – he suavizado este trozo, aunque no he trasformado el suceso.
El final sigue siendo melancólico. Lo he intentado matizar, pero el soldadito sigue transformándose en un corazón de plomo solitario, y de la bailarina solo queda una lentejuela oscura, negra como el carbón. Los niños sacarán conclusiones ellos mismos – que el soldadito se ha trasformado en algo bonito cuando en vida portaba una menos valía, y que la dama era bella y sus lentejuelas brillaban en vida y ahora son oscuras. Si a los niños este cuento les puede hacer pensar que a pesar de las circunstancias y adversidades (el soldadito tiene una sola pierna, termina en una alcantarilla, se lo traga un pez, etc.), uno puede ser capaz de conseguir lo que se proponga si pone el suficiente esfuerzo y empeño, lo dudo bastante, ya que al final no logra su objetivo. Pero, por lo menos hará con que los niños se cuestionen.
No estoy segura de hacerlo de todo bien, ya que hay posturas en contra de hacer eclipsar escenas peculiares de un cuento, por miedo a traumatizar el niño.  Psicoanalista como Bruno  Bettelheim, por ejemplo, que consideró que la crueldad de los antiguos cuentos de hadas era necesaria ya que destapaba algunos de los conflictos psicológicos de los niños y adultos y por ello, expurgar el cuento de estos aspectos podría debilitar su utilidad resolutiva hacia problemas en el plano simbólico.   En su análisis, el psicólogo detalla que frecuentemente los cuentos sirven a manera de espacio de expresión de las preocupaciones y el terror que sufren los menores de edad, aspectos que los adultos no comprenden en su totalidad. Esto les ayuda a crecer y desenvolverse mejor en una vida futura. Pero solo pasa, en mi opinión, si el maestro/adulto está presente para auxiliar en la interpretación de esos momentos. 
Realmente, parece ser que no fue una historia escrita para niños sino más bien para adultos, y eso explica que los conceptos sean algo complexos de entender y de adaptar – en mi opinión es una crítica social que se puede extrapolar perfectamente al siglo XXI. El soldadito de plomo tiene algo que lo hace especial y diferente: le falta una pierna. Esta característica no le impide enamorarse de la bailarina, pero, no hace nada en el sentido de conquistarla, posiblemente por una cuestión relacionada con su propio auto concepto, que le inhibe de actuación y posible rechazo. La dama tampoco hace nada en ese sentido.
Podremos trabajar con los niños en el sentido inverso – y si…él hubiera hablado con la bailarina, y si no hubiera estado tan consciente de su minusvalía, y si el duende malo hubiera sido amigo, y si los compañeros lo hubieran ayudado… Todo es válido para hacer con que el niño se cuestione y traiga a su individualidad alguna característica de este cuento, modificando estructuras, cambiando posturas. Si hasta yo, que no me encantan los cuentos folclóricos ya me estoy convenciendo un poco, porque le estoy reconociendo su aplicabilidad, ¿porque no permitir a los niños hacerlo de igual forma?
Así mismo, los personajes están perfectamente definidos y con una personalidad que los marca y caracteriza – y eso también es algo pasible de modificar/adaptar – ya que ni el soldadito puede ser tan bondadoso y débil en autoestima, como otros pueden no ser tan malos y retorcidos. Podrá ser algo con que trabajar con los niños – los escalones de gris existen en la vida y en la actuación de las personas. Ni todo es negro o blanco. Todos nos equivocamos y eso no es la razón por la cual no tenemos que intentar seguir haciéndolo lo mejor posible.
Por otro lado, permite abordar el tema de la minusvalía mediante una perspectiva crítica – solo porque tenemos una singularidad, ¿eso quiere decir que no podremos ser proactivos hacia nuestra vida? ¿Y cómo reaccionamos hacia otros con algún problema?
He intentado contrariar mi alejamiento a este tipo de cuentos, implementando actividades de motivación a mi clase, relativas a este tema de la minusvalía y de nuestra postura hacia las personas al nuestro alrededor que lo padecen – en una de ellas, utilizo un video que me encanta, y que ha servido de introducción a este tema. En la actividad de concreción, intentaré usar el texto adaptado de Anderson, con vista a que los niños y niñas puedan contrastar la postura del protagonista en una situación y en otra a la vez.
Os dejo el enlace del video. Seguramente alguna ya lo ha visionado. Si no, os invito a verlo, ya que no es largo y es realmente emotivo, llegando al corazón de los niños, por su música, imágenes y contenido.


Bibliografia/webgrafia –
recuperado en el día 16/03/2017
Bettelheim, Bruno (2006). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Colección Ares y Mares. Barcelona: Editorial Crítica. ISBN 978-84-8432-788-2.
Franz, Marie-Louise von (1993). Érase una vez: una interpretación psicológica. Barcelona: Luciérnaga. ISBN 978-84-87232-35-0.
Coleccionismo ¿Conoce usted el origen de los soldaditos de plomo? recuperado en el día 16/03/2017
Cuento del soldadito de plomo – cuentos para niños - recuperado en el día 16/03/2017







La sopa de piedra - http://ciudadseva.com/texto/la-sopa-de-piedra/
[Cuento - Texto completo.]
Anónimo: cuento tradicional del folclore portugués.


Un monje estaba pidiendo por una región en la que las gentes tenían fama de ser muy tacañas. Llegó a casa de unos campesinos, pero allí no le quisieron dar nada. Así que como era la hora de comer y el monje estaba bastante hambriento dijo:
-Pues me voy a hacer una sopa de piedra riquísima.
Ni corto ni perezoso cogió una piedra del suelo, la limpió y la miró muy bien para comprobar que era la adecuada, la piedra correcta para hacer una sopa. Los campesinos comenzaron a reírse del monje. Decían que estaba loco, ¿que se le pasaba por la cabeza?
 Sin embargo, el monje seguía su labor. Y les preguntaba a los campesinos -
- ¡Cómo! ¿No me digan que no han comido nunca una sopa de piedra? ¡Pero si es un plato exquisito!
- ¡Eso habría que verlo, viejo loco! –dijeron los campesinos.
Precisamente esto último es lo que esperaba oír el astuto monje. Enseguida lavó la piedra con mucho cuidado en la fuente que había delante de la casa y dijo:
- ¡Claro, haría la sopa, pero no tengo caldero! ¿Alguien me podría prestar un caldero? Así podré demostrarles que la sopa de piedra es una comida exquisita.
Los campesinos se reían del fraile, pero le dieron el puchero para ver hasta dónde llegaba su extravagancia. El monje llenó el caldero de agua y comentó en alto a sí mismo
- Claro, que aquí es difícil que la lumbre no se apague, ¡con el aire que hace! Y preguntó:
- ¿Les importaría dejarme entrar en su casa para poner la olla al fuego?
Los campesinos lo invitaron a entrar y le enseñaron dónde estaba la cocina. Puso el puchero en el fuego, la piedra con el agua, y removía, y probaba. Y decía –
- ¡Ay, qué lástima! –dijo el fraile-. Si tuviera un poco de sal la sopa estaría todavía más rica. ¡Está sosa!
Y los campesinos, aunque divertidos con todo aquello, querían ver donde iba a llegar.
 - ¡Ay, qué lástima! –dijo el fraile-. Si tuviera un poco de chorizo la sopa estaría todavía más rica.
Y uno de los campesinos le trae la mitad de un chorizo que tenía en su casa.
- ¡Ay, qué lástima! –dijo el fraile-. Si tuviera un poco de carne de vaca la sopa estaría todavía más rica.
La madre de la familia le dio un trozo de carne a pesar de la mirada de toda su familia. El viejo la echó en la olla y removió el agua con la carne, el chorizo y la piedra. Al cabo de un ratito probó el caldo:
- ¡Ay, qué lástima! –dijo el fraile-. Si tuviéramos un poco de berza los ángeles se chuparían los dedos con esta sopa.
Un campesino, burlándose del monje, le dijo que esperase un momento, que enseguidita le traía un repollo de la huerta y que para que los ángeles no protestaran por una sopa de piedra tan sosa le traería también una patata y un poco de apio.
-Desde luego que eso mejoraría mi sopa muchísimo -le contestó el monje.
Después de que el campesino le trajera las verduras, el viejo las lavó, troceó y echó dentro del caldero en el que el agua hervía ya a borbotones.
Lo echó dentro de la olla y dejó hervir durante un ratito, al cabo del cual sacó de su bolsa un pedacillo de pan que le quedaba del desayuno, se sentó en la mesa de la cocina y se puso a comer la sopa. Los campesinos lo miraban, y el fraile comía la carne y las verduras, rebañaba, mojaba su pan en el caldo y al final se lo bebía. Y no iba a dejar en la olla ni gota de sopa. Pero, como todos habían traído sus cositas, todos se tomaron una taza y se chuparon los dedos de lo rica que estaba. Al final solo quedó la piedra. Cuando todos habían terminado de comer, el fraile cogió el pedrusco, lo limpió con agua, lo secó con un paño de la cocina y se lo guardó en la bolsa.
-Hermano, -le dijo la campesina- ¿para qué te guardas la piedra?
-Pues por si tengo que volver a usarla otro día que tenga hambre. ¡Dios los guarde, amigos!
Moraleja del cuento - “Trabalhando juntos, com todos contribuindo da melhor forma que puderem, o bem comum é alcançado.” – Se todos trabajamos en conjunto, contribuyendo con lo que tenemos, todos saldremos beneficiados.

* * *
Justificación -
Siempre me ha encantado este cuento, desde niña. Nací y crecí en Portugal, en un pueblo pequeño y este tipo de tradición oral era una constante. Principalmente en épocas de navidades, en casa de mi abuela, donde la televisión estaba prohibida, y nos sentábamos a la hoguera, asando chorizos, cociendo pan que comíamos caliente con mantequilla escurriendo. Este cuento cambiaba un poco a cada año. Éramos los primos los encargados de contárselo a los pequeños, por lo que cada uno añadía o suprimía lo que le apetecía realmente.
La versión que he modificado, ha sido extraída de los “Contos Tradicionais do Povo Português  1883”, de Teófilo Braga. Como cualquiera cuento folclórico, ha empezado siendo un cuento orale que pasó de generación en generación hasta su posterior adaptación.
Sería adecuada, en mi opinión, a niños de 4/5 años, ya que el tema es algo que a ellos les puede resultar familiar – la comida, el tener “hambre” - y sería interesante trabajar el concepto de la piedra como algo aparentemente sin valor, hasta que resulta ser el núcleo sobre el cual se asienta todo un conjunto de contribuciones diversificadas de alimentos al caldero común. El trabajo en común, en grupo, cooperativo, puede ser trabajado a partir de este cuento, ya que les fundamenta, a los niños, la idea de que juntos mejor, ya que divididos, no solo no se gana nada, pero además no contribuimos hacia nada realmente importante.
Es una historia en la que se juega con sentimientos de avaricia, egoísmo, generosidad y sentido común. Principalmente comparte con el oyente el duelo mantenido entre la perspicacia de una frade y los prejuicios de una población hacia la respuesta cooperativa a una situación de necesidad individual.
Os comento que no he quitado nada, pero que he añadido, ya que n mi historia, el frade envolvía a muchas más personas en su enredo.
Creo que a los niños les va a quedar claro la moraleja de la historia, la construcción lingüística utilizada es la misma, variando los ingredientes demandados, lo que permite que el niño siga la historia con alguna facilidad y pueda de una forma autónoma, sacar conclusiones al final. Es una historia fácil de recordar, aunque se cambie el orden de los ingredientes o se cambie uno otro – eso no es lo importante. La moraleja se va construyendo a lo largo de la historia, y se puede añadir o quitar mediante el interés despertado y el público seleccionado.
Se puede trabajar con los niños a través de teatralización de escenas, de modificación de alimentos a ser introducidos en el caldero, de canciones y de muchas otras maneras, por forma a provocar el alumno.
Realmente, los cuentos folclóricos originariamente no fueran pensados para niños y si para adultos, razón por la cual hay que adaptar las versiones existentes como forma de adecuarlas al universo infantil con el cual trabajamos.  A través de esas adaptaciones, los niños son invitados a establecer puentes simbólicos entre lo conocido y lo que creen que significa lo que le están a contar.  Solo así se entiende, opino yo, el uso de este instrumento de literatura oral en clase – al niño se le permite interpretar la versión histórica del cuento a su manera, interiorizar lo que considera pertinente y lo que le es familiar y de ese modo termina interiorizando aspectos históricos de la literatura de otros tiempos en su estructura personal y haciendo parte de su desarrollo cultural. Así mismo, permite y potencia en el niño reflexiones críticas sobre el antes y el ahora, introduciendo en paralelo el concepto histórico y del cambio en su universo.
¡Os dejo un enlace de una pequeña película basada en este cuento!



Bibliografía  
BRAGA, Teófilo, [1883] 1999 – Contos Tradicionais do Povo Português, 2 volumes, 5.ª edição. Lisboa: Lisboa: Publicações Dom Quixote.

Webgrafía
A história da Sopa de Pedra, recuperado en el día 16/3/2017



9 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena por el trabajo! Creo que estos cuentos ya son muy inspiradores para los niños de las edades que has elegido y, por tanto, sería importante no incluir una moraleja. Dejar la conclusión abierta será mucho más interesante.
    Un saludo!

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  2. Hola Claudia!
    Wow! que completo! Gracias por compartir con nosotros toda esta información. No conocía los cuentos que has elegido, y me ha encantado leerlos. Tus adaptaciones están muy completas y muy bien elegidas para las edades. Creo que el soldadito de plomo es un cuento muy triste, pero como bien dices no creo que los niños lleguen a entender la historia de amor, y me gusta mucho tu enfoque hace niños diferentes, niños discapacitados... puede ser un buen cuento para que los niños entiendan que todos somos diferentes y que no pasa nada. Aprovecho y te doy las gracias por tu comentario en mi actividad :). El cuento del fraile me parece muy gracioso ; también se podría utilizar para crear recetas y seguir instrucciones trabajando en equipo :).
    ¡Esta genial Claudia! Y mucho más fácil de leer todo en una entrada, ¡gracias!

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  3. Ahhh!!! ¿dónde está mi comentario Claudia? te comenté los primeros días en el primer trabajo que colgaste del cuento de la sopa de piedra. Además tu contestaste a mi comentario, ¿lo has borrado?¿ o estoy mirando mal?
    Vaya...
    Mar.

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  4. Bueno, como ya te dije en el comentario de los primeros dias me había gustado mucho que nos enseñaras un cuento de tu Portugal natal. Que así compartías folclore oral de tu País y que yo si encontraba importante el contar cuentos folclóricos a nuestros niños al igual que canciones, retahílas, etc porque traspasamos de generación en generación cultura folclórica. Parte de nosotros se transmite en esos relatos, de nuestra cultura familiar, local...
    Acabo de leer los otros dos cuentos que has elegido y me encantan, sobre todo "el soldadito de plomo", me trae muy buenos recuerdos de mi infancia. Es cierto que los niños de esa edad no van a comprender la historia de amor profunda pero sacarán sus propias conclusiones e igualmente que Lucy me ha encantado el enfoque sobre las personas o niños discapacitados. Con este relato se puede a través de diferentes preguntas iniciar un diálogo con los niños sobre las diferencias entre las personas, el tema de la discapacidad, la diversidad,etc.
    ¡¡¡Eres estupenda Clau!!! sigue así.
    Mar.

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  5. Es un trabajo excelente, Cláudia. Está perfecto, pero recuerda siempre que una cosa es la moraleja del cuento o la enseñanza que tú extraigas y, otra, las que extraigan los propios niños. En la teoría se explica a través de una experiencia con "Los tres cerditos". Ten claro que las moralejas que incluyes no pueden mediatizar el diálogo con los niños: no debes enfocarles hacia esos aprendizajes.

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    1. Totalmente de acuerdo, Irune, y al principio no lo tenía, pero me han llamado la atención que a los niños no les quedaba claro la moraleja por lo que esa ha sido la razón principal para que lo incluyera - de todos modos, nunca ha sido con la intención de vocalizar la misma. Y, tienes razón, lo que entiendo yo, no lo puedo transmitir a lo s niños. ¡Gracias por tu comentário!

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