El sastrecillo valiente (Siete de un golpe)
Érase una vez un
sastrecillo muy humilde que se ganaba la vida costurando. Siempre trabajaba
cerca de la ventana y el sol le ponía de buen humor. Tenía una debilidad – pan
con mermelada. Justamente se había preparado un par de rebanadas de pan para su
merienda, pero, como era muy disciplinado, se propuso terminar el trabajo que
tenía entre manos.
Pero el pan olía
muy bien, y atraía a muchos insectos. En menos de nada, tenía una invasión de
moscas, que creían que se podían compartir del manjar.
- ¡Eh, ¿quién
las invitó a ustedes! -dijo el
sastrecillo, tratando de espantar a tan indeseables huéspedes. Pero las moscas,
que no entendían su idioma, lejos de hacerle caso, volvían a la carga en
bandadas cada vez más numerosas. Por fin el sastrecillo perdió la paciencia,
sacó un pedazo de paño del hueco que había bajo su mesa, y exclamando:
"¡Esperen, que yo mismo voy a servirles!," y lanzó el paño sobre
ellas, unas cuantas veces. Al final, se ve que había matado a veinte.
"¡De lo que
soy capaz!," se dijo, admirado de su propia audacia. "La ciudad
entera tendrá que enterarse de esto" y, de prisa y corriendo, el
sastrecillo se cortó un cinturón a su medida, lo cosió y luego le bordó en
grandes letras el siguiente letrero: SIETE DE UN GOLPE.
Pero estaba tan
orgulloso de lo que había hecho, que decidió que no solo la ciudad, pero todo
el mundo se tendría que enterar. Entonces, se tenía que preparar para el viaje
y como no tenía nada más, se guardó un viejo queso en su bolsillo. Al abrir la
puerta de la calle, vio un pájaro que estaba atrapado, y también se lo llevó en
el bolsillo.
Empezó caminando
montaña arriba, y vio un gigante sentado por ahí. Y le invitó a que fuera con
él, a ver el mundo. Pero el gigante no estaba por la labor:
- ¡Quítate de mí
vista, monigote, miserable criatura!
- ¿Ah, ¿sí? -contestó el sastrecillo, y, desabrochándose
la chaqueta, le enseñó el cinturón-bordado - ¡Aquí puedes leer qué clase de
hombre soy!
El gigante leyó:
SIETE DE UN GOLPE, y pensando que se tratara de hombres derribados por el sastre,
empezó a tenerle un poco de respeto. Así mismo, decidió ponerlo a prueba con un
par de retos. Agarró una piedra y la exprimió hasta sacarle unas gotas de agua.
- ¡A ver si lo
haces -dijo-, ya que eres tan fuerte!
- ¿Nada más que
eso? -contestó el sastrecillo-. ¡Es un juego de niños! Y metiendo la mano en el
bolsillo sacó el queso, que parecía una piedra y lo apretó hasta sacarle todo
el jugo.
- ¿Qué me dices?
Un poquito mejor, ¿no te parece?
El gigante no
supo qué contestar, y apenas podía creer que hiciera tal cosa aquel hombrecito.
Tomando entonces otra piedra, la arrojó tan alto que la vista apenas podía
seguirla.
-Anda, hombrecillo,
a ver si haces algo parecido.
-Un buen tiro
-dijo el sastre-, aunque la piedra volvió a caer a tierra. Ahora verás -y sacando
al pájaro del bolsillo, lo arrojó al aire, sin que el gigante pudiera mirarlo
con atención. El pájaro, encantado con su libertad, voló rápido y se perdió de
vista.
- ¿Qué te
pareció este tiro, amigo? -preguntó el sastrecillo.
-Tirar, sabes
-admitió el gigante-. Ahora veremos si puedes soportar alguna carga digna de
este nombre-y llevando al sastrecillo hasta un inmenso roble que estaba
derribado en el suelo, le dijo-: Ya que te las das de forzudo, ayúdame a sacar
este árbol del bosque.
-Con gusto
-respondió el sastrecillo-. Tú cárgate el tronco al hombro y yo me encargaré
del ramaje, que es lo más pesado.
En cuanto estuvo
el tronco en su puesto, el sastrecillo se sentó sobre una rama, de modo que el
gigante, que no podía mirar hacia tras, tuvo de cargar también con él, para
allá del árbol. Hasta que no pudo más y lo soltó.
- ¡Cuidado, que
tengo que soltar el árbol! El sastre saltó ágilmente al suelo, sujetó el roble
con los dos brazos, como si lo hubiese sostenido así todo el tiempo, y dijo:
- ¡Un grandullón
como tú y ni siquiera eres capaz de cargar un árbol!
Siguieron
andando y, al pasar junto a un cerezo, el gigante, echando mano a la copa, se
la bajó para que el sastre pudiera coger las frutas, pero el sastre no pudo con
las ramas y casi voló.
- ¿Qué es eso?
¿No tienes fuerza para sujetar esta ramita?
-No es que me haya
faltado la fuerza -respondió el sastrecillo-
Es que salté por encima del árbol, porque hay unos cazadores allá abajo
disparando contra los matorrales. Y le contesta -
¡Haz tú lo
mismo, si puedes!
El gigante lo
intentó, pero se quedó colgando entre las ramas; de modo que también esta vez
el sastrecillo se llevó la victoria. Dijo entonces el gigante:
-Ya que eres tan
valiente, ven conmigo a nuestra casa y pasa la noche con nosotros. El
sastrecillo aceptó la invitación y lo siguió. Cuando llegaron a la caverna, todos
los gigantes estaban sentados junto al fuego, comiendo cordero asado.
El gigante le
enseñó una cama y lo invitó a acostarse y dormir, pero la cama era muy grande y
él se acurrucó en un rincón. Por la noche el gigante creía que el sastrecillo
estaba dormido, y se levantó y, con un palo grande, le dio a la cama. Se fue a
la cama tan contento. Por la mañana ni
se acordaba del sastre, hasta que empezó cantando de tan alegre que estaba. Los
gigantes, que creían que el sastrecillo se había muerto, salieron corriendo,
cada uno por su lado.
El sastrecillo
prosiguió su camino. Tras mucho caminar, llegó al jardín de un palacio real, y
como se sentía muy cansado, se echó a dormir sobre la hierba. Mientras estaba
así durmiendo, se le acercaron varias personas, leyeron la inscripción: SIETE
DE UN GOLPE.
- ¡Ah!
-exclamaron-. ¿Qué hace aquí tan terrible hombre de guerra, ahora que estamos
en paz? - ¡Será algún poderoso caballero!, pensaron y corrieron a avisar el
rey, que quiso conocerle. El sastrecillo estaba encantado por ir a conocer al
rey, pero los caballeros del rey temían que fuerte como era, les derrotara a
todos ellos, y amenazaron con irse del palacio. El rey, que no quería perderlos,
pero tampoco se atrevía a rechazar al sastrecillo, engendró una solución.
Le encargó al
sastre hacer que desaparecerán de su bosque dos gigantes que siempre estaban causando
problemas y que asustaban a la gente. Si lograra hacerlo, recibiría una
bolsa llena de oro, la mitad de su reino y sería nombrado caballero. Además, le
dejaría 100 soldados para lo que necesitara.
"¡No está
mal para un hombre como tú!" se dijo el sastrecillo. "Que a uno le
ofrezcan una bolsa de oro, la mitad de un reino y ser nombrado caballero, no es
cosa que no sucede todos los días." Así que contestó:
-Claro que
acepto. Acabaré muy pronto con los dos gigantes. Y no me hacen falta los cien soldados.
El que derriba a siete de un golpe no tiene por qué asustarse con dos.
Así, pues, el
sastrecillo se puso en camino, seguido por los 100 soldados. Cuando llegó a las
afueras del bosque, les dijo:
-Esperen aquí.
Yo solo acabaré con los gigantes. Y de un salto entró en el bosque, donde
empezó a buscar por todo el lado, hasta que descubrió a los dos gigantes, que
estaban dormidos. El sastrecillo, escogió dos grandes piedras que guardó en los
bolsillos y trepó al árbol donde haciendo puntería, las lanzó. Los gigantes, al recibir cada uno un fuerte
golpe con la piedra, despertaron echándose entre ellos las culpas de los
golpes. Al final, los dos se arrancarán un árbol cada y se dieron uno al otro
hasta que se quedaron los dos mal heridos.
Entonces bajó
del árbol el sastrecillo, pensando;
"¡Que suerte
que no arrancaron el árbol en que yo estaba,"!
Enseguida se
presentó donde estaban los soldados y les dijo:
-Se acabaron los
gigantes, aunque ha sido duro. Se pusieron a arrancar árboles para defenderse.
- ¿Y no estás
herido? -preguntaron los soldados.
-No piensen tal
cosa -dijo el sastrecillo-. Ni siquiera, despeinado.
Los soldados no
podían creerlo. Entraran con él en el bosque y allí encontraron a los dos
gigantes malheridos y, a su alrededor, los árboles arrancados por la raíz.
El sastrecillo se
presentó al rey para pedirle la recompensa ofrecida; pero el rey se hizo el
remolón y queriendo echarse atrás, maquinó otra manera de deshacerse del héroe.
-Antes de que
recibas la bolsa de monedas de oro, la mitad de mi reino, y que te haga
caballero, -le dijo-, tendrás que enfrentarte a otro reto. -Por el bosque corre
un unicornio que hace grandes destrozos, y debes capturarlo primero.
El sastrecillo,
contento, pensó que eso era aún más fácil que derribar a dos gigantes. Fue solo
al bosque y lo encontró. El unicornio no estaba contento y quería usar su
cuerno en el sastre.
Engañando al
unicornio, hizo que atrapara su cuerno en el tronco y que quedara prisionero –
le cortó el cuerno y se lo llevó al rey como prueba.
Pero el rey le
exigió un tercer reto. Antes de que la mitad de su reino fuera suya, el
sastrecillo tendría que cazar un feroz jabalí que rondaba por el bosque aterrorizando
a todos. Y para ello, le dejaba sus mejores cazadores.
- ¡No faltaba
más! -dijo el sastrecillo-. ¡Si es un juego de niños!
Dejó a los
cazadores a la entrada del bosque, que se quedaron aliviados porque le temían
al jabalí. El sastrecillo logró atrapar el animal en una capilla y llamó a los
cazadores, para que fueran testigos de su valentía.
Al final, al rey
no le ha quedado más que cumplir su promesa y le regaló una bolsa llena de
monedas de oro, la mitad del reino, y le hizo caballero.
Se celebraron fiestas con gran esplendor y
alegría, y el sastrecillo valiente se transformó en un magnífico caballero.
Moraleja del cuento – Aunque no seas muy valiente o muy fuerte, lo
importante es la inteligencia que tengas para aparentar que sí que lo eres.
* *
*
JUSTIFICACIÓN.
La adaptación
que he llevado a cabo del cuento folclórico de “El sastrecillo valiente (Siete
de un golpe)”, de los hermanos Grimm (Wilhelm Grimm escribió “El sastrecillo
valiente” alrededor del año de 1812), ha abarcado distintos niveles.
Antes demás, es una de esas historias en las
que se ensalza la astucia y la inteligencia por encima de todo. La astucia y la
inteligencia por parte del protagonista y la inocencia por parte de los otros
personajes del cuento. A los niños, les podrá sugerir la idea que las
adversidades de la vida se podrán enfrentar con inteligencia, ingenio, y no
necesariamente por la fuerza. En ese sentido, admirarán al protagonista, por
identificación con algunas características del mismo, o realmente por querer
ser como él – un héroe.
He intentado
ajustar el cuento para un público de 5/6 años, por lo que la idea de violencia
gratuita, asesinar algún gigante por encargo o matar de una forma cruel a un
unicornio no solo es traumático para un niño, es desnecesario – por ejemplo “…
le cortó el cuerno de un hachazo y se lo llevó al rey…”. Así siendo, he
cambiado un poco el vocabulario para que los hechos ocurrieran, pero dentro de
un marco más suave. Eso ocurre en el encuentro con el unicornio, con el jabalí
y con los dos gigantes. De tener en cuenta que es un periodo de la vida de los
niños que la fantasía es algo importante, y vivido. Les encanta los
superhéroes, el mundo imaginario que les permite “huir” de sus existencias y
momentáneamente imaginar que…
En este sentido,
y pensando en utilizar este texto de los hermanos Grimm, he intentado adecuar
la historia, sin cambiar el esencial. Como comentado, he cambiado el
vocabulario usado que me ha parecido más agresivo para este público.
De igual forma,
he resumido algunas partes del texto, que realmente no influenciaban el enredo,
y hacían con que fuera más pesada y los niños se iban a perder en tanto detalle
– ejemplo, hay toda una acción nada más empezar el cuento, solo para
contextualizar la mermelada que le gustaba al sastrecillo. La mermelada solo es
importante porque al sastrecillo le gustaba y como dulce que era, atraía a las
moscas, desencadenando en el acto seguido del “acto heroico” del sastre,
terminando con las mismas, que realmente es el inicio de la trama.
He alterado
algunos detalles relativos a las recompensas que el rey promete al héroe – no
me parece adecuado, hoy en día, transmitir a los niños la idea que alguien
puede “ofrecer la mano de su hija en matrimonio” – es retrógrado, equivocado, y
perpetúa la idea de mujer como un objeto de que se puede disponer como moneda
de cambio. He cambiado entonces la mano de su hija, por una bolsa de monedas de
oro y el sastrecillo termina ascendido a caballero de la corte. He omitido la
parte del diálogo de los gigantes, ya que realmente no añadía más que
agresividad al texto.
El niño puede
seguir vivenciando las emociones derivadas de las aventuras del sastrecillo, a
la vez que es expuesto a la doble moral de lo que está bien o mal, en sus
actuaciones. Un niño de 5 o 6 años ya es crítico de determinado sistema de
valores que no coincida con el suyo – sabe lo que para él está bien o mal.
Pero, como el sastrecillo al final ni es mala persona, como que se le perdona
el engaño a lo largo del cuento. No obstante, el protagonista despertaba
sentimientos perfectamente identificables en los otros (soldados de la corte,
gigantes) por su arrogancia en cada una de sus hazañas.
El aprecio por
uno mismo, independientemente de las características individuales de cada uno,
es algo muy expuesto en este texto, en que el héroe, mediante su astucia,
retroalimenta su auto concepto y autoestima. A nivel emocional y de normas
valorativas, es un texto rico en emociones, en contraste de valores, jugando
con las ideas preconcebidas que los gigantes ganan siempre porque son fuertes,
por ejemplo.
Curiosamente, el
cuento empieza contando que el sastrecillo vivía en la casa con sus hijos, y no
se vuelve a mencionar los hijos, por lo que he omitido esta información en el
texto adaptado.
El final es
correcto, el rey le da el premio prometido y se habrá creado un ambiente
divertido por la picardía del héroe, pero a la vez crítico con sus valores, porque
realmente el niño entiende que todo ha empezado por una mentirilla. De la
experiencia que tengo, podría ser más o menos lo adecuado para contar a un
niño, dependiendo del cómo se lo contáramos y del cómo se trabajaría en seguida - pero el niño seguramente no se olvidaría de él, y se lo contaría a sus familiares.
WEBGRAFÍA.
RECURSOS EDUCATIVOS INFANTILES
recuperado
en el día
16/03/2017
Conceptos Básicos de la
Literatura Infantil - recuperado en el día 16/03/2017
Literatura para niños: una forma natural de aprender a leer recuperado en
el día 16/03/2017
La importancia del desarrollo
emocional y afectivo de los niños recuperado en el día 16/03/2017
El soldadito de plomo
Hans Christian
Andersen (1805 - 1875)
Érase una vez
veinticinco soldaditos de plomo, todos hermanos, ya que los habían fundido de
la misma vieja cuchara. Armas al hombro y la mirada al frente, con sus bonitos
abrigos rojos y sus pantalones azules. Lo primero que oyeron en este mundo,
cuando se levantó la tapa de la caja en que venían, fue el grito:
- ¡Soldaditos de
plomo!, que había dado un niño pequeño batiendo palmas, pues se los habían
regalado por su cumpleaños. Enseguida los puso de pie sobre la mesa.
Cada soldadito
era un vivo retrato de los otros; sólo uno era un poco diferente a los demás.
Tenía una sola pierna, porque había sido el último en ser fundido y no quedó
plomo suficiente para terminarlo. Aun así, se mantenía tan firme sobre su única
pierna como los otros sobre las dos. Y es de este soldadito precisamente de
quien trata esta historia.
En la mesa donde
el niño jugaba, había un magnífico castillo de papel. En ese castillo se podía
ver a una chica que estaba de pie cerca de la puerta. Estaba hecha de papel recortado, pero llevaba
un vestido, y una cinta azul con una lentejuela sobre los hombros y extendía
los brazos en alto como bailarina que era.
Levantaba tanto una de sus piernas que el soldadito de plomo no podía
vérsela y creyó que sólo tenía una, como él.
- Como me gusta
esta chica -pensó-. ¡Pero es muy guapa y vive en un castillo! Yo, en cambio,
sólo tengo una caja de cartón donde somos veinticinco. ¡No es lugar para ella!
A pesar de todo voy a intentar conocerla».
Cuando se hizo
de noche, a los otros soldaditos de plomo los recogieron en su caja y los
habitantes de la casa se fueron a la cama.
En ese momento,
los juguetes comenzaron sus juegos -haciendo visitas, luchando entre ellos,
bailando-. Los soldaditos de plomo armaban ruido en la caja porque querían
salir, pero no podían levantar la tapa. El cascanueces daba saltos mortales, y
el pizarrín se divertía pintarrajeando en la pizarra. Tanto ruido se hizo, que
el canario se despertó y comenzó a cantar. Los únicos que no se movieron
siquiera fueron el soldadito de plomo y la pequeña bailarina. Ella se mantenía
erguida de puntillas y con los brazos en alto; él seguía igualmente firme sobre
su única pierna, y sin apartar un solo instante de ella sus ojos.
Un duende negro
le gritó:
Pero el
soldadito de plomo se hizo el sordo.
- ¡Está bien, ya
verás mañana! -dijo el duende.
Al día
siguiente, cuando los niños se levantaron, alguien había puesto al soldadito de
plomo en la ventana; y bien fuese el duende, bien una corriente de aire, el
caso es que la ventana se abrió de golpe y el soldadito se precipitó de cabeza
desde el tercer piso.
La criada y el
niño bajaron apresuradamente a buscarlo; pero, aunque estuvieron a punto de
pisarlo, no lo pudieron encontrar. Y al soldadito de plomo no le parecía bien
dar gritos yendo de uniforme.
Como llovía muy
fuerte, la calle se había transformado en un aguacero torrencial. Cuando paró de
llover, dos muchachos que iban por la calle vieron el soldadito.
- ¡Mira -dijo
uno-, un soldadito de plomo! Vamos a darle un paseo en barca.
E hicieron un
barco con un periódico, pusieron en él al soldadito de plomo, que se fue
navegando arroyo abajo, mientras los dos muchachos corrían a su lado dando
palmadas. El barquito de papel saltaba arriba y abajo y, a veces, giraba con
tanta rapidez que el soldadito de plomo sentía vértigos. Pero se mantenía
firme, sin inmutarse, vista al frente y el fusil al hombro.
De pronto, una
boca de alcantarilla, tan oscura como su propia caja de cartón, se tragó al
barquichuelo.
«Adónde iré a
parar» -pensó-. Apostaría a que el duende es el culpable. ¡Si al menos la
pequeña bailarina estuviera conmigo en el barco, no me importaría que fuese aún
más oscuro!
De repente apareció
una enorme rata de agua que vivía en la alcantarilla, que le preguntó:
- ¿Tienes el
pasaporte? -preguntó la rata-. ¡A ver, el pasaporte!
Pero el
soldadito de plomo no contestó, y apretó su fusil con más fuerza que nunca. El
barco se deslizaba vertiginosamente, seguido de cerca por la rata, que se
quedaba para atrás. La corriente fuerte
le llevó a un canal muy ancho. El barquito de papel estaba ya empapado y empezaba
a hundirse y a deshacerse, cuando vino un pez y se lo tragó. ¡Y el soldadito
solo pensaba en su bailarina!
Estaba todo muy
oscuro y todo era muy estrecho dentro del pez. Pero el soldadito de plomo se
mantuvo firme, siempre con su fusil al hombro. De repente el pez empezó a
agitarse mucho hasta que de detuvo. Una luz brilló y alguien gritó:
¡Un soldadito de plomo!
El pez había
sido pescado, llevado al mercado y vendido, y se encontraba ahora en la cocina,
donde la sirvienta lo había para limpiarlo. Sacaron al soldadito y lo
pusieron de pie sobre la mesa y era el mismo salón donde había estado antes. Eran
los mismos niños, los mismos juguetes sobre la mesa y el mismo precioso
castillo con la encantadora y pequeña bailarina, que se mantenía todavía sobre
una sola pierna y la otra en el aire.
Esto emocionó
tanto al soldadito, que casi llora lágrimas de plomo, pero no lo hizo. Lo que sí
hizo fue mirarla y ella le miró también, aunque no se hablaron.
De repente, uno
de los niños cogió al soldadito de plomo y lo arrojó a la chimenea por culpa
del duende. El soldadito de plomo se puso muy caliente, y perdió todos sus
colores. Miró a la bailarina, y ella lo miró, y el soldadito sintió que se
fundía, pero continuó firme con su fusil al hombro.
Entonces se abrió
una puerta y la corriente de aire se llevó a la bailarina, que voló como una pluma
para caer en la chimenea junto al soldadito de plomo; como estaba hecha de
papel, se quemó en seguida. En la mañana siguiente cuando se removieron las cenizas,
se encontró un pequeño corazón de plomo. Estaba también una lentejuela que ya
no brillaba.
Moraleja de la historia – no he
encontrado una versión que me hubiera gustado, por lo que me he propuesto
encontrar una yo misma.
“Si tú mismo no
te crees merecedor de algo, todos los demás van a creer igual que tú.”
* *
*
Justificación –
El soldadito de
plomo o El intrépido soldadito de plomo (Den standhaftige Tinsoldat) es un
cuento de hadas del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen, famoso por
sus cuentos para niños. Fue publicado por primera vez el 2 de octubre de 1838.
Por lo que se narra en un marco histórico y espacial muy distinto al de
nuestros niños. Por esta razón me parece que la edad propia para este texto,
aunque adaptado, sería los 5/ 6 años o hasta más tarde. No creo que un niño
anterior a esta etapa entienda el concepto del amor del soldadito hacia su
dama, y como jugaba su minusvalía en su actitud pasiva hacia la misma. Puede
entender que hay niños con necesidades especiales que tienen más o menos
dificultades, y que les puede ser más o menos difícil hacer amistades, pero
concebir el concepto de amor, lo veo difícil.
Un soldadito de plomo era un regalo ideal hace
más de 100 años, pero su confección con plomo fue la responsable de su caída en
desuso como juguete infantil - la toxicidad del plomo y la pintura con la que
estaban revestidas no eran las adecuadas para manos infantiles. Este cuento no
es alegre – parece ser tónica común aceptar que los cuentos de Andersen no
son historias alegres. Tendrá como razón el hecho que Dinamarca, tierra de
origen de Anderson, vivía en ese momento condiciones sociales y económicas difíciles.
En el siglo XVII Dinamarca era un país secundario, la sociedad danesa no gozaba
del estatus actual de estado de bien estar social, y eso es reflejado por
Anderson en sus textos.
El niño que oye
esta historia, va imaginando como se pasan las escenas, como actúan los
personajes, como se visten, como se mueven. Precisamente por ser algo que a
ellos no les llama especialmente la atención, hay que contextualizar la
historia como siendo el resultado de la forma de pensar y de actuar de una
nación en una época determinada. Y se les atrae con algo de trama.
Este cuento no
tiene un final feliz. No le he cambiado el final, aunque lo he intentado suavizado.
He alterado un par de afirmaciones que no me parecían que fueran los mensajes
ideales a trasmitir a educación infantil, como afirmar que esa “damita seria su
esposa”, y lo he cambiado para “como me gusta esa chica”, haciendo el lenguaje
un poco más accesible.
Le he quitado
importancia al “duende negro”, ya que a los niños todo este tipo de personajes
les causa bastante recelo. De igual forma le he quitado relevancia a la constante
exposición oral de las características militares del soldado – como la bayoneta
siempre lista para algún posible ataque. No opino que añada riqueza a la
historia y aunque haga parte de las características del personaje, no lo omito,
simplemente no le doy tanto protagonismo.
He resumido a
pocas líneas la interacción de la rata en la alcantarilla, porque es un bicho
que de una forma general causa asco a los niños, y representaba un rol que
incrementan el recelo a los niños a los espacios cerrados, o a los roedores,
por ejemplo.
He recortado la
parte en que se hunde en el agua del canal porque era bastante dramática, llena
de detalles que les hubiera permitido a los niños vivenciar e terror del
personaje – he suavizado este trozo, aunque no he trasformado el suceso.
El final sigue
siendo melancólico. Lo he intentado matizar, pero el soldadito sigue
transformándose en un corazón de plomo solitario, y de la bailarina solo queda
una lentejuela oscura, negra como el carbón. Los niños sacarán conclusiones
ellos mismos – que el soldadito se ha trasformado en algo bonito cuando en vida
portaba una menos valía, y que la dama era bella y sus lentejuelas brillaban en
vida y ahora son oscuras. Si a los niños
este cuento les puede hacer pensar que a pesar de las circunstancias y
adversidades (el soldadito tiene una sola pierna, termina en una alcantarilla,
se lo traga un pez, etc.), uno puede ser capaz de conseguir lo que se proponga
si pone el suficiente esfuerzo y
empeño, lo dudo bastante, ya que al final no logra su objetivo. Pero,
por lo menos hará con que los niños se cuestionen.
No estoy segura
de hacerlo de todo bien, ya que hay posturas en contra de hacer eclipsar
escenas peculiares de un cuento, por miedo a traumatizar el niño. Psicoanalista como Bruno Bettelheim, por ejemplo, que consideró que la crueldad de los
antiguos cuentos de hadas era necesaria ya que destapaba algunos de los
conflictos psicológicos de los niños y adultos y por ello, expurgar el cuento
de estos aspectos podría debilitar su utilidad resolutiva hacia problemas en el
plano simbólico. En su análisis, el psicólogo detalla que
frecuentemente los cuentos sirven a manera de espacio de expresión de las
preocupaciones y el terror que sufren los menores de edad, aspectos que los
adultos no comprenden en su totalidad. Esto les ayuda a crecer y desenvolverse
mejor en una vida futura. Pero solo pasa, en mi opinión, si el maestro/adulto
está presente para auxiliar en la interpretación de esos momentos.
Realmente,
parece ser que no fue una historia escrita para niños sino más bien para
adultos, y eso explica que los conceptos sean algo complexos de entender y de
adaptar – en mi opinión es una crítica social que se puede extrapolar
perfectamente al siglo XXI. El soldadito de plomo tiene algo que lo hace
especial y diferente: le falta una pierna. Esta característica no le impide enamorarse
de la bailarina, pero, no hace nada en el sentido de conquistarla, posiblemente
por una cuestión relacionada con su propio auto concepto, que le inhibe de
actuación y posible rechazo. La dama tampoco hace nada en ese sentido.
Podremos
trabajar con los niños en el sentido inverso – y si…él hubiera hablado con la
bailarina, y si no hubiera estado tan consciente de su minusvalía, y si el
duende malo hubiera sido amigo, y si los compañeros lo hubieran ayudado… Todo
es válido para hacer con que el niño se cuestione y traiga a su individualidad
alguna característica de este cuento, modificando estructuras, cambiando
posturas. Si hasta yo, que no me encantan los cuentos folclóricos ya me estoy
convenciendo un poco, porque le estoy reconociendo su aplicabilidad, ¿porque no
permitir a los niños hacerlo de igual forma?
Así mismo, los personajes
están perfectamente definidos y con una personalidad que los marca y
caracteriza – y eso también es algo pasible de modificar/adaptar – ya que ni el
soldadito puede ser tan bondadoso y débil en autoestima, como otros pueden no
ser tan malos y retorcidos. Podrá ser algo con que trabajar con los niños – los
escalones de gris existen en la vida y en la actuación de las personas. Ni todo
es negro o blanco. Todos nos equivocamos y eso no es la razón por la cual no
tenemos que intentar seguir haciéndolo lo mejor posible.
Por otro lado,
permite abordar el tema de la minusvalía mediante una perspectiva crítica –
solo porque tenemos una singularidad, ¿eso quiere decir que no podremos ser
proactivos hacia nuestra vida? ¿Y cómo reaccionamos hacia otros con algún
problema?
He intentado
contrariar mi alejamiento a este tipo de cuentos, implementando actividades de
motivación a mi clase, relativas a este tema de la minusvalía y de nuestra
postura hacia las personas al nuestro alrededor que lo padecen – en una de
ellas, utilizo un video que me encanta, y que ha servido de introducción a este
tema. En la actividad de concreción, intentaré usar el texto adaptado de
Anderson, con vista a que los niños y niñas puedan contrastar la postura del
protagonista en una situación y en otra a la vez.
Os dejo el
enlace del video. Seguramente alguna ya lo ha visionado. Si no, os invito a
verlo, ya que no es largo y es realmente emotivo, llegando al corazón de los
niños, por su música, imágenes y contenido.
Bibliografia/webgrafia
–
recuperado en el
día 16/03/2017
Bettelheim,
Bruno (2006). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Colección Ares y Mares.
Barcelona: Editorial Crítica. ISBN 978-84-8432-788-2.
Franz,
Marie-Louise von (1993). Érase una vez: una interpretación psicológica.
Barcelona: Luciérnaga. ISBN 978-84-87232-35-0.
Coleccionismo ¿Conoce
usted el origen de los soldaditos de plomo? recuperado en el día 16/03/2017
Cuento del soldadito de plomo –
cuentos para niños - recuperado en el día 16/03/2017
La sopa de piedra - http://ciudadseva.com/texto/la-sopa-de-piedra/
[Cuento - Texto completo.]
Anónimo: cuento tradicional del
folclore portugués.
Un monje estaba pidiendo
por una región en la que las gentes tenían fama de ser muy tacañas. Llegó a
casa de unos campesinos, pero allí no le quisieron dar nada. Así que como era
la hora de comer y el monje estaba bastante hambriento dijo:
-Pues me voy a
hacer una sopa de piedra riquísima.
Ni corto ni
perezoso cogió una piedra del suelo, la limpió y la miró muy bien para
comprobar que era la adecuada, la piedra correcta para hacer una sopa. Los
campesinos comenzaron a reírse del monje. Decían que estaba loco, ¿que se le pasaba
por la cabeza?
Sin embargo, el monje seguía su labor. Y les
preguntaba a los campesinos -
- ¡Cómo! ¿No me
digan que no han comido nunca una sopa de piedra? ¡Pero si es un plato
exquisito!
- ¡Eso habría
que verlo, viejo loco! –dijeron los campesinos.
Precisamente
esto último es lo que esperaba oír el astuto monje. Enseguida lavó la piedra
con mucho cuidado en la fuente que había delante de la casa y dijo:
- ¡Claro, haría
la sopa, pero no tengo caldero! ¿Alguien me podría prestar un caldero? Así
podré demostrarles que la sopa de piedra es una comida exquisita.
Los campesinos
se reían del fraile, pero le dieron el puchero para ver hasta dónde llegaba su extravagancia.
El monje llenó el caldero de agua y comentó en alto a sí mismo
- Claro, que
aquí es difícil que la lumbre no se apague, ¡con el aire que hace! Y preguntó:
- ¿Les
importaría dejarme entrar en su casa para poner la olla al fuego?
Los campesinos
lo invitaron a entrar y le enseñaron dónde estaba la cocina. Puso el puchero en
el fuego, la piedra con el agua, y removía, y probaba. Y decía –
- ¡Ay, qué
lástima! –dijo el fraile-. Si tuviera un poco de sal la sopa estaría todavía
más rica. ¡Está sosa!
Y los
campesinos, aunque divertidos con todo aquello, querían ver donde iba a llegar.
- ¡Ay, qué lástima! –dijo el fraile-. Si
tuviera un poco de chorizo la sopa estaría todavía más rica.
Y uno de los
campesinos le trae la mitad de un chorizo que tenía en su casa.
- ¡Ay, qué
lástima! –dijo el fraile-. Si tuviera un poco de carne de vaca la sopa estaría
todavía más rica.
La madre de la
familia le dio un trozo de carne a pesar de la mirada de toda su familia. El
viejo la echó en la olla y removió el agua con la carne, el chorizo y la
piedra. Al cabo de un ratito probó el caldo:
- ¡Ay, qué lástima!
–dijo el fraile-. Si tuviéramos un poco de berza los ángeles se chuparían los
dedos con esta sopa.
Un campesino,
burlándose del monje, le dijo que esperase un momento, que enseguidita le traía
un repollo de la huerta y que para que los ángeles no protestaran por una sopa
de piedra tan sosa le traería también una patata y un poco de apio.
-Desde luego que
eso mejoraría mi sopa muchísimo -le contestó el monje.
Después de que
el campesino le trajera las verduras, el viejo las lavó, troceó y echó dentro
del caldero en el que el agua hervía ya a borbotones.
Lo echó dentro
de la olla y dejó hervir durante un ratito, al cabo del cual sacó de su bolsa
un pedacillo de pan que le quedaba del desayuno, se sentó en la mesa de la
cocina y se puso a comer la sopa. Los campesinos lo miraban, y el fraile comía
la carne y las verduras, rebañaba, mojaba su pan en el caldo y al final se lo
bebía. Y no iba a dejar en la olla ni gota de sopa. Pero, como todos habían
traído sus cositas, todos se tomaron una taza y se chuparon los dedos de lo
rica que estaba. Al final solo quedó la piedra. Cuando todos habían terminado de
comer, el fraile cogió el pedrusco, lo limpió con agua, lo secó con un paño de
la cocina y se lo guardó en la bolsa.
-Hermano, -le
dijo la campesina- ¿para qué te guardas la piedra?
-Pues por si
tengo que volver a usarla otro día que tenga hambre. ¡Dios los guarde, amigos!
Moraleja del cuento -
“Trabalhando juntos, com todos
contribuindo da melhor forma que puderem, o bem comum é alcançado.” – Se
todos trabajamos en conjunto, contribuyendo con lo que tenemos, todos saldremos
beneficiados.
* *
*
Justificación -
Siempre me ha
encantado este cuento, desde niña. Nací y crecí en Portugal, en un pueblo
pequeño y este tipo de tradición oral era una constante. Principalmente en
épocas de navidades, en casa de mi abuela, donde la televisión estaba
prohibida, y nos sentábamos a la hoguera, asando chorizos, cociendo pan que
comíamos caliente con mantequilla escurriendo. Este cuento cambiaba un poco a cada
año. Éramos los primos los encargados de contárselo a los pequeños, por lo que
cada uno añadía o suprimía lo que le apetecía realmente.
La versión que
he modificado, ha sido extraída de los “Contos Tradicionais do Povo
Português 1883”, de Teófilo Braga. Como
cualquiera cuento folclórico, ha empezado siendo un cuento orale que pasó de
generación en generación hasta su posterior adaptación.
Sería adecuada,
en mi opinión, a niños de 4/5 años, ya que el tema es algo que a ellos les
puede resultar familiar – la comida, el tener “hambre” - y sería interesante
trabajar el concepto de la piedra como algo aparentemente sin valor, hasta que
resulta ser el núcleo sobre el cual se asienta todo un conjunto de
contribuciones diversificadas de alimentos al caldero común. El trabajo en
común, en grupo, cooperativo, puede ser trabajado a partir de este cuento, ya
que les fundamenta, a los niños, la idea de que juntos mejor, ya que divididos,
no solo no se gana nada, pero además no contribuimos hacia nada realmente
importante.
Es una historia
en la que se juega con sentimientos de avaricia, egoísmo, generosidad y sentido
común. Principalmente comparte con el oyente el duelo mantenido entre la
perspicacia de una frade y los prejuicios de una población hacia la respuesta
cooperativa a una situación de necesidad individual.
Os comento que
no he quitado nada, pero que he añadido, ya que n mi historia, el frade
envolvía a muchas más personas en su enredo.
Creo que a los
niños les va a quedar claro la moraleja de la historia, la construcción lingüística
utilizada es la misma, variando los ingredientes demandados, lo que permite que
el niño siga la historia con alguna facilidad y pueda de una forma autónoma,
sacar conclusiones al final. Es una historia fácil de recordar, aunque se
cambie el orden de los ingredientes o se cambie uno otro – eso no es lo
importante. La moraleja se va construyendo a lo largo de la historia, y se
puede añadir o quitar mediante el interés despertado y el público seleccionado.
Se puede
trabajar con los niños a través de teatralización de escenas, de modificación
de alimentos a ser introducidos en el caldero, de canciones y de muchas otras
maneras, por forma a provocar el alumno.
Realmente, los
cuentos folclóricos originariamente no fueran pensados para niños y si para
adultos, razón por la cual hay que adaptar las versiones existentes como forma
de adecuarlas al universo infantil con el cual trabajamos. A través de esas adaptaciones, los niños son
invitados a establecer puentes simbólicos entre lo conocido y lo que creen que
significa lo que le están a contar. Solo
así se entiende, opino yo, el uso de este instrumento de literatura oral en
clase – al niño se le permite interpretar la versión histórica del cuento a su
manera, interiorizar lo que considera pertinente y lo que le es familiar y de
ese modo termina interiorizando aspectos históricos de la literatura de otros
tiempos en su estructura personal y haciendo parte de su desarrollo cultural.
Así mismo, permite y potencia en el niño reflexiones críticas sobre el antes y
el ahora, introduciendo en paralelo el concepto histórico y del cambio en su
universo.
¡Os dejo un enlace de una pequeña película basada en este cuento!
Bibliografía
BRAGA, Teófilo, [1883] 1999 – Contos Tradicionais
do Povo Português, 2 volumes, 5.ª edição. Lisboa: Lisboa: Publicações Dom Quixote.
Webgrafía –
A história da Sopa de Pedra, recuperado en el día
16/3/2017
¡Enhorabuena por el trabajo! Creo que estos cuentos ya son muy inspiradores para los niños de las edades que has elegido y, por tanto, sería importante no incluir una moraleja. Dejar la conclusión abierta será mucho más interesante.
ResponderEliminarUn saludo!
Completamente de acuerdo, Eva.
EliminarHola Claudia!
ResponderEliminarWow! que completo! Gracias por compartir con nosotros toda esta información. No conocía los cuentos que has elegido, y me ha encantado leerlos. Tus adaptaciones están muy completas y muy bien elegidas para las edades. Creo que el soldadito de plomo es un cuento muy triste, pero como bien dices no creo que los niños lleguen a entender la historia de amor, y me gusta mucho tu enfoque hace niños diferentes, niños discapacitados... puede ser un buen cuento para que los niños entiendan que todos somos diferentes y que no pasa nada. Aprovecho y te doy las gracias por tu comentario en mi actividad :). El cuento del fraile me parece muy gracioso ; también se podría utilizar para crear recetas y seguir instrucciones trabajando en equipo :).
¡Esta genial Claudia! Y mucho más fácil de leer todo en una entrada, ¡gracias!
Muy bien, Lucy.
EliminarAhhh!!! ¿dónde está mi comentario Claudia? te comenté los primeros días en el primer trabajo que colgaste del cuento de la sopa de piedra. Además tu contestaste a mi comentario, ¿lo has borrado?¿ o estoy mirando mal?
ResponderEliminarVaya...
Mar.
Bueno, como ya te dije en el comentario de los primeros dias me había gustado mucho que nos enseñaras un cuento de tu Portugal natal. Que así compartías folclore oral de tu País y que yo si encontraba importante el contar cuentos folclóricos a nuestros niños al igual que canciones, retahílas, etc porque traspasamos de generación en generación cultura folclórica. Parte de nosotros se transmite en esos relatos, de nuestra cultura familiar, local...
ResponderEliminarAcabo de leer los otros dos cuentos que has elegido y me encantan, sobre todo "el soldadito de plomo", me trae muy buenos recuerdos de mi infancia. Es cierto que los niños de esa edad no van a comprender la historia de amor profunda pero sacarán sus propias conclusiones e igualmente que Lucy me ha encantado el enfoque sobre las personas o niños discapacitados. Con este relato se puede a través de diferentes preguntas iniciar un diálogo con los niños sobre las diferencias entre las personas, el tema de la discapacidad, la diversidad,etc.
¡¡¡Eres estupenda Clau!!! sigue así.
Mar.
Tu comentario está en la entrada anterior, Mar. :)
EliminarEs un trabajo excelente, Cláudia. Está perfecto, pero recuerda siempre que una cosa es la moraleja del cuento o la enseñanza que tú extraigas y, otra, las que extraigan los propios niños. En la teoría se explica a través de una experiencia con "Los tres cerditos". Ten claro que las moralejas que incluyes no pueden mediatizar el diálogo con los niños: no debes enfocarles hacia esos aprendizajes.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Irune, y al principio no lo tenía, pero me han llamado la atención que a los niños no les quedaba claro la moraleja por lo que esa ha sido la razón principal para que lo incluyera - de todos modos, nunca ha sido con la intención de vocalizar la misma. Y, tienes razón, lo que entiendo yo, no lo puedo transmitir a lo s niños. ¡Gracias por tu comentário!
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